Porque, por supuesto, la inteligencia emocional y el trabajo no van de la mano… ¿No?
INTELIGENCIA EMOCIONAL EN EL TRABAJO: REALIDAD VS TALENTO
Desde que somos pequeños se nos inculca que nos preparemos. Que estudiemos aquello que “tenga salida”, porque “no vas a vivir de escribir poemas”. Porque “por muy bien que pintes, nadie comprará tus cuadros”. Imagino que algo parecido le dirían a Jeff Bezos cuando dejó Wall Street para vender libros por Internet.
Hablando de poesía, cuando escuché a César Brandon por primera vez (y las veces siguientes) se me pusieron los pelos de punta. Quizá le conozcas, quizá no, pero este chico ha conseguido darle a la poesía un giro interesantísimo. Cuando lo que hacemos nos llena, transmitimos una energía o “brillo” especial, que hace que lo demás no importe.
“Pero es que estás dando ejemplos de mentes súper creativas, gente con un talento especial”.
Porque, por supuesto, el resto no tenemos “talento”… ¿No?
INTELIGENCIA EMOCIONAL EN EL TRABAJO: EL TALENTO COMO TRABAJO
¿Puedes decirme qué es el talento? La RAE (gran amiga) nos lo define como: “1. Inteligencia (capacidad de entender); 2. Aptitud (capacidad para el desempeño de algo); 3. Persona inteligente o apta para determinada ocupación; 4. Moneda de cuenta de los griegos y de los romanos.”
Dejemos de lado, por un momento, la cuarta definición y centrémonos en lo siguiente: “capacidad para el desempeño de algo”. Todos somos capaces de algo.
Lo único que necesitamos, viéndolo de esta manera, es saber de qué somos capaces. Piensa por un momento: ¿Qué te “llena” a ti? ¿En qué momento disfrutas más? ¿Haciendo qué cosas te ves en el “aquí y ahora”? Porque es importante vivir en el presente (hablaremos de ello en siguientes episodios) y disfrutar de la vida hoy, no mañana, ni ayer.
Date una vuelta por los días de tu vida y piensa… ¿es mi profesión mi objetivo o mi medio para conseguir algo? ¿Disfruto de aquello que hago o añoro profundamente aquello que no estoy haciendo? ¿Qué cosas hago naturalmente bien? ¿Cómo puedo materializar mi vocación? ¿Quiero descubrir todas estas cosas ahora? ¿Es ahora mi momento?
Te invito a que, por un momento, disminuyas el paso, tomes asiento en el tocón que has encontrado y, con tu camino delante de ti, pienses si quieres seguirlo, volver atrás para coger impulso, o adentrarte en el bosque para ver qué hay en el otro lado.