Pocas cosas funcionan mejor con los niños que los personajes mágicos. En este taller os invito a dar vida a uno de estos personajes inventados para que os ayuden a trabajar la alfabetización emocional de los menores. Para que se hagan una idea quiero que conozcan a Don Corazón. Es amable y blandito y tiene un súper poder: el de entender a todos los niños. Da besos de purpurina y debajo de su divertido bigote se le adivina una gran sonrisa.
Don corazón siempre está dispuesto a escuchar, y aparece en clase, o en casa, cada vez que hace falta hablar sobre cómo nos sentimos. También hace preguntas abiertas, de esas que invitan a pensar un poco y que nunca se responden con un Sí o un No. Don corazón (en la voz del adulto) sólo hace preguntas poderosas, sin juzgar, ni opinar. ¿Qué es lo que te hace estar tan contenta? ¿Qué te gusta de ti? ¿Qué te dice el miedo? ¿Qué emoción sientes ahora?
Todo se lo puedes contar a este buen amigo que será tan mágico como alcance la imaginación del educador. Don corazón puede dejar mensajes en la pizarra, fijar objetivos de la semana, proponer una visualización para relajarnos después del recreo, explicar las emociones o intervenir en un conflicto. Lo fundamental es que se convierta en un soporte valioso para desarrollar la inteligencia social y emocional de los niños.
Para ponerlo en práctica les propongo un sencillo ejercicio que ahora está muy de moda: un ritual de bienvenida. Lo llamaremos Cuéntaselo a Don Corazón. Al entrar en clase cada niño dará los buenos días esta mascota emocional, y le explicará cómo se siente hoy. De este modo, y con la guía del educador, los niños aprenderán vocabulario emocional y se entrenarán en reconocer sus propias emociones y las de los demás. Sus alumnos no tardarán en decirles cuando tengan un mal día: “Profe, o mamá, parece que estás triste, cuéntaselo a Don Corazón”.