Queridos padres y educadores. Nos hemos subido a una noria que sólo nos permite ver el éxito de nuestros niños y adolescentes a través del resultado de un boletín de notas y, en muchas ocasiones, dejamos de intentar descubrir sus verdaderas capacidades, talentos y recursos personales.
Todos son especiales, únicos y completos. La primera premisa para educar con inteligencia emocional supone ir más allá del éxito académico y cognitivo, para potenciar aquellos aspectos positivos de la personalidad del niño o adolescente y ayudarles a creer en ellos mismos, impulsando su propia esencia. Con ello fomentaremos su equilibrada autoestima y que se desarrollen en entornos de confianza y seguridad en sí mismos.
Por tanto, ¡atención familias y docentes! Ya que lo que tú crees como padre o educador sobre ellos (tus expectativas), lo proyectas y además tiene un fuerte impacto en su conducta. A este principio estudiado en psicología se le llama Efecto Pigmalion. Las expectativas que tenemos puestas en ellos y las etiquetas o “pegatinas” que les colocamos influyen en su comportamiento y son difíciles de “despegarse”.
Por ejemplo, … “No apruebas porque eres un vago”. Si este comentario es habitual, el niño o adolescente terminará incorporando en su Autoconcepto el “soy vago”, dejará de esforzarse ya que piensa que “es vago”, y será algo que puede condicionarle de forma negativa en su futuro.
Entonces, ¿qué podemos hacer? Os invito a poner en práctica estas acciones para crear climas emocionales seguros tanto en casa como en el aula:
- Poner atención y cuidar tus palabras para evitar transmitir ideas negativas sobre ellos basadas en sus comportamientos negativos.
- Aplicar el refuerzo positivo. Pon atención en aquello que se le da bien y refuerza esos aspectos cada día. Su motivación está relacionada con la generación de expectativas positivas. Que sientan que crees en ellos y que les aceptes tanto con sus aspectos positivos como aspectos a mejorar. Así estarás promoviendo escenarios positivos que invitan a la acción.
- Tomar los errores, tropiezos y fracasos como oportunidades para mejorar, teniendo presente que la mejor forma de aprender es equivocándose. Y siempre poniendo el foco en el proceso de aprendizaje, en lugar de centrarlo en el resultado final.
Entrénate en estas tres premisas y empieza a generar expectativas positivas que ayuden a los niños y adolescentes a desarrollar todas sus capacidades porque ahora, gracias a la neurociencia, sabemos que el potencial de nuestro cerebro no tiene límites.
Elena gracias por otra de tus “Perlas Educativas”, trataremos de reeducar nos en en lenguaje constructivo.
Me alegro muchísimo ver como evoluciona mi hijo Pablo, esta muy motivado con tus herramientas, aunque parecía difícil que desde Valencia y por skipe pudiera trabajar contigo, ha sido todo un reto y esta funcionando de Maravilla, todo un éxito.
Estoy segura que 2 de la Eso lo recordará como un año de cambio importante en su vida.
Muchas Gracias por todo.
Mil gracias Isabel por tus palabras. El éxito, siempre es de Pablo. Un adolescente con ganas de mejorar y con autodisciplina para llevar a cabo cambios. Un abrazo!!!