Muchas veces escuchamos a padres o maestros, decir que tienen alumnos o hijos que no escuchan, que no prestan atención, que no obedecen, que no se comprometen, entre otras expresiones. Llevándonos a entender en su decir que la realidad con que se enfrentan está alejada de posibilidades para educar.
Al expresar que los alumnos no escuchan estamos describiendo la realidad y en educación, como en todas las áreas de la vida, para avanzar es necesario saber dónde estoy y en segundo lugar adonde quiero ir, por ejemplo: de niños que no escuchan llegar a niños que escuchan. Sería como darle una orden al GPS, necesita la ubicación en donde estoy para guiarme a donde quiero llegar. Si digo que los alumnos no escuchan y trabajo o brindo estrategias para niños que escuchan no avanzaremos, ya que estamos trabajando con el alumno que escucha y no con el que tengo. La pregunta para salir de la mera descripción de la realidad, en el ejemplo dado, sería “¿Qué voy a hacer para lograr alumnos que escuchen?”.
Como el GPS después de decirle donde estoy y adónde quiero llegar viene el camino a recorrer, es decir, que acciones voy a realizar para lograr pasar de la realidad que tengo a la realidad deseada. El cambio no viene por describir donde estoy, sino por accionar hacia el resultado deseado.
La Ontología del Lenguaje pone el acento en el dominio lingüístico. Nos lleva a tomar conciencia de la capacidad generativa del lenguaje, de hacer que las cosas sucedan, de crear realidades. Por otra parte, el lenguaje a través de su capacidad recursiva, no sólo nos lleva a coordinar acciones, nos permite también observar cómo las coordinamos, pudiendo ampliar así el observador que somos, aprender de la experiencia, transformar nuestro quehacer desde un ángulo de posibilidades.
La propuesta, por lo tanto, es cuando escucho en mí decir que estoy describiendo como no posibilidad de avanzar en la educación a mi hijo o alumnos es el momento de preguntarme: “¿Qué lenguaje estoy utilizando?” Aquél que se queda en explicar el problema, en describirlo o justificarlo sin resolverlo, o aquél que propone desplegar un espacio de creación para generar cambios que llevarán al alumno que veo sin posibilidad en este presente, hacia posibilidades de acción que le permitirán construir sus propios aprendizajes.
La magia llega cuando dejo de describir y comienzo a generar.