A estas alturas de la vida, el paradigma del coaching ontológico distingue dos tipos de aprendizajes: el de primer orden y el de segundo orden. En el de primer orden, cambiamos de acciones para obtener resultados distintos. En el de segundo orden, propuesta del coaching ontológico, debe haber un cambio de observador para que haya un cambio de acciones y resultados. Y yo comparto esta reflexión desde este aprendizaje de segundo orden.
COACHING ONTOLÓGICO: FRASES QUE CAMBIAN LO OBSERVADO
“A esta altura de la vida…”
He escuchado esta frase en boca de varias personas de diferentes edades. La utilizan para referirse a situaciones diversas, sin importar el contexto. Para, después, dar a entender que después de llegar a un cierto punto de su existencia, ocurre una cierta magia. Y, de repente, están habilitadas para decir lo que querían decir y hacer lo que querían hacer. Por fin pueden estar donde querían estar, y así con una gran lista de permitidos que acaso no tenga fin.
Cuando tome consciencia de esta distinción empecé a preguntarme cuál es la altura de la vida indicada para hacer o decir determinada cosa. Cómo saber cuál es cual; si hay un cartel, una sensación o una luz poderosa que lo indique. Y si, por supuesto, hay que ir creciendo “sin altura”, hasta que ese momento llegue.
Algo ocurrió al plantearme estas inquietudes. Estas preguntas están íntimamente relacionadas con esperar lo que el afuera propone, y no reconocer la importancia del tiempo derrochado en la espera. Y al dejarlas crecer, surgió en mi una reflexión que me convirtió en una observadora diferente ante esto. Desde ese nuevo lugar, mi forma de cuestionarlo experimentó un giro inevitable.
COACHING ONTOLÓGICO: EL FUTURO ES EL PRESENTE
Y así, me pregunté: ¿Tengo que esperar que la vida me indique el momento mágico en que está todo permitido? ¿O la vida tiene que ser un accionar permanente en el que, día a día, me pongo a la altura de lo que sucede? ¿Y así, convertir cada momento en un presente coherente con lo que siento, pienso, digo y hago?
Desde este nuevo punto de vista, propio de la nueva observadora en que me convertí, la vida deja de ser un camino en el que esperar. Carteles, indicadores de alturas, señales. Adiós a los signos que me autoricen a hacer o decir unas u otras cosas.
Y así, la vida se convierte en otro camino, plagado de circunstancias que me brindan a cada momento oportunidades para actuar. De esta manera, la vida pasa a ser un espacio sobre el que tengo responsabilidad activa. Ya no tengo que esperar a la llegada de un cartel que me habilite para hacer, pensar, decir o sentir.
Pero, por supuesto, se puede seguir viviendo desde un estado de incapacidad que impida actuar en cada momento. Permaneciendo así a la espera de que aparezca el cartel mágico que reze: ”desde aquí, está todo permitido”.
La otra posibilidad es asumir un rol protagonista, tomar cada instante como una oportunidad de vivir con altura y sin límites, desde una toma de conciencia.
Tal vez haya que darse la posibilidad de vivir cada instante y elegir coherentemente con uno mismo. Y así, crecer y ver la gran mejora que se puede construir cuando somos protagonistas. Protagonistas del momento y el presente, sin esperar la dichosa altura de la vida que de permiso para ser.
Muchas gracias por ser una gran observadora 💕
Excelente como siempre…..gracias x tanto