TRABAJAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN FAMILIA: ENTRENAR NUESTRA ALEGRÍA
Durante estos últimos meses, he aprendido a trabajar la inteligencia emocional en familia para Desata Tu Potencial. Es un voluntariado para ayudar a adolescentes a tomar conciencia sobre aspectos que pueden ayudarles a desarrollar todo su potencial. La colaboración ha consistido en ofrecer a alumnos de 3º y 4º ESO de varios institutos sesiones de 50 minutos. Estas sesiones han versado sobre diversos temas para el desarrollo de su inteligencia emocional.
Ha sido una experiencia muy enriquecedora, que me confirma la necesidad de poner atención al plano emocional de los adolescentes. En este camino, he conocido a muchos jóvenes que han puesto su máxima atención a todo aquello que compartíamos. Esta una de las muchas reflexiones finales que he extraído. Y que hoy, me ayuda para poder trasladar a las familias la importancia de generar ambientes alegres en casa.
El comentario que más me impactó fue “Esta chica es muy rara porque siempre está feliz”. Así es cómo me describieron en una de las aulas. ¿Cómo es posible que los y las adolescentes vean extraño que alguien transmita felicidad? ¿Acaso ellos no tienen motivos para ser felices? Su tutora, preocupada, iba a preparar una clase especial para trabajar este asunto con ellos.
La alegría, como dice Anna Llenas en El laberinto del alma, es una emoción agradable. Una sensación que te llena de optimismo, activa el ánimo y las ganas de hacer cosas. Activar el pensamiento positivo ayuda a atraer emociones agradables y el fomento de actitudes optimistas. Y estos son aspectos que ayudan a despertar el deseo por mejorar y aprender en los adolescentes.
¿QUÉ PUEDO HACER YO PARA TRABAJAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN FAMILIA?
Ante todo, entrenar nuestra alegría. Aunque la vida no resulte fácil y vivamos con incertidumbre, exigencias y velocidad de vértigo, merece la pena parar de vez en cuando. Y así, ayudar a nuestros hijos a buscar el lado bueno de las cosas para atraer el bienestar a nuestras vidas. Y además, permite centrar su felicidad en las pequeñas cosas que les trae cada día.
Para ello, os invito a que, al terminar el día, escojáis un momento para el diálogo sano en familia. Qué mejor momento que una cena saludable, tanto en alimentos como en ambiente familiar. Sin pantallas, para mirarnos a los ojos, escucharnos y descubrirnos mutuamente.
Durante este espacio de tiempo, os invito a entrenar la alegría en la familia. ¿Cómo? Cada miembro escribe 3 cosas positivas que le han pasado durante el día para ir confeccionando el “Tablón de la Alegría”. Una tabla en la que incluiremos aquellos motivos que detectamos por los que merece la pena sonreír cada día.
Y añadir dos palabras mágicas: Vales demasiado. No sólo por tus resultados académicos o deportivos, sino por la gran persona que eres y llevas dentro. Y, como todos, eres único y tienes algo que aportar al mundo para hacerlo mejorar.
Os invito a que busquéis espacios para ayudar a los adolescentes a descubrir sus valores, talentos, fortalezas y objetivos. Estos aspectos, y no otros, son y serán sus mayores activos de presente y futuro. Conocerlos les ayudará a aumentar su nivel de autoestima, confianza en sí mismos y les aportará la píldora de la automotivación.
Y, con todo esto, fomentaremos ambientes sanos y agradables donde pese más la alegría que las emociones desagradables. Os espero aquí para que podáis compartir vuestras experiencias al respecto y todos aprendamos a entrenar el lado bueno de las cosas.
¡Abrazos, lectores!