Mi profesión la ejerzo desde el coaching educativo, y me apasiona.
Os destapo una de mis vulnerabilidades, cómo esta disciplina empezó en mi vida como mamá.
Cuando aún trabajaba en recursos, para una empresa, y no había dado el salto a ser coach, Alfonso, mi hijo el mayor, tenía 6 meses. Una mañana de sábado dándole de comer (donde otras madres seguro que habéis disfrutado de este momento), un “Alien” se apoderó de mí ante la negativa de mi hijo a comerse uno de sus primeros potitos. Recuerdo como salí al jardín de casa y me dije: pero, ¿esto es realmente ser madre?, ¿qué tiene que ver este episodio tan doloroso conmigo?, ¿qué puedo aprender de mí?, ¿qué ha desatado en mí esta rabia?
Y ahí comenzó mi travesía, mi aventura de querer cada día SER la madre que quiero SER, con la que me siento a gusto y satisfecha y aún aprendiendo cada día.
Ese enfado desmedido nada tenía que ver con aquel precioso bebé que al degustar los sabores los rechazaba en un principio. Ese “Alien” que habitaba en mí, ese dragón desmedido, sólo tenía que ver conmigo. ERA TODO MÍO. Y en este momento lleno de dolor, y de rabia, fue donde nació mi compromiso con el Coaching Educativo.
Y tomé conciencia de mi gran responsabilidad como madre: darme cuenta que mi hijo Alfonso es mi pequeño gran maestro. Que además de amarlo como nunca he amado, está a mi lado para que yo como adulta, conozca mucho más de mí. Conozca ese lado oscuro, mi sombra, todas esas partes de mí que he aprendido a “meter en el bolsillo de atrás” porque no eran premiadas, ni reforzadas, (el enfado, la tristeza, el miedo, el dolor…) y por fin, después de muchos años, quieren “ser vistas”.
En mi opinión, ser padre y madre en el Siglo XXI es ya una profesión. El Coaching educativo nos aporta muchas herramientas, para ejercer la gran responsabilidad de practicar una maternidad/ paternidad consciente. Y uno de los comienzos para esta labor tan trascendente es comenzar a hacernos preguntas, ¿qué es lo que más te molesta de tu hijo/a?, ¿qué es aquello que cuando sucede te “saca de tus casillas”?, ¿qué es lo que hace tu hijo que tanto molesta? Explora tu denominador común. Te invito a que descubras el gran regalo que hay detrás.
Por último, ¿eres de los padres que elije “vivir” desde un lugar donde coges tu parte de responsabilidad en relación a lo que sucede?, o ¿eres de los padres que elige buscar “la culpa es de……” cuando algo no ocurre como quieres?